Fotografía publicada en EL MUNDO.ES
Pescadores furtivos reducen un 90% las carpas de la Casa de Campo.
Noticia publicada por el diário EL MUNDO en su edición digital del lunes 18/06/2012.
R. Bécares
Los pescadores habituales dicen que furtivos rumanos han
esquilmado la especie durante pescas nocturnas.
"Hace tres años, veías a las carpas saltar por todos los lados;
en una mañana pescaba 30; ahora nada". Quien habla es Alejandro,
jubilado, uno de los habituales pescadores de la Casa de Campo.
Pescadores, por decir algo. Son las 14.30 horas y Alejandro
lleva apostado en uno de los embarcaderos del lago, frente a los
chiringuitos, desde las nueve. "No han picado ni una vez",
asegura con cara de circunstancias. Desde hace dos años es lo
habitual."Es preocupante, venimos observando que cada vez hay
menor cantidad de peces; antes venías, echabas un trozo de pan y
los veías pelearse por él; ahora es que ni los ves", afirma
Fernando, pescador en la Casa de Campo desde hace seis años.
Para los pescadores hay dos motivos principales para esta
carestía. "Creemos que como ahora se celebra aquí la prueba de
triatlón podrían estar echando algún producto químico para hacer
el agua más clara", asegura Fernando mientras lanza el anzuelo
con el cebo habitual: maíz. Según los pescadores, estos líquidos
en grandes cantidades podrían estar evitando la cría.El segundo
motivo, en el que coinciden pescadores y habituales del parque,
son los pescadores furtivos, principalmente "rumanos", que
aprovechan la noche para campar a sus anchas. "Incluso la
Policía nos lo dice, que les han pillado pescando, pero cada vez
se ven menos", afirma otro de los pescadores.Tal vez ya no les
sea rentable. El número de peces, según aseguran los jubilados,
ha bajado "cerca de un 90%". "Cuando les pilla la policía no les
puede multar, como mucho les requisa las cañas, pero valen cinco
euros en el chino, así que se compran más", asegura Fernando,
que incide en que su pesca es irregular.Cuando llega la noche,
"colocan hasta 15 cañas con cebos de pan". Y se llevan las
piezas para comérselas, ya que para ellos es una carne muy
preciada. Incluso comienza a ser un producto que se
comercializa, como en el Mercado de los Mostenses, donde el kilo
se vende a cinco euros. "A precio de trucha", dice Fernando."Al
llegar aquí algún día muy pronto por la mañana nos encontrábamos
los sedales de los rumanos enganchados a las vallas; usan un
anzuelo enorme, cogen los clavos de serradura de los caballos",
afirma Alejandro. "Son como anclas de barco", exagera otro de
ellos. "Hace tiempo que no veo a ninguno, pero antes les he
visto cómo cargaban hasta mochilas con las carpas", dice una
trabajadora de la zona.